Con motivo de las últimas elecciones generales de 2019, es una buena oportunidad para analizar qué pasaría si en España se aplicaran otros métodos de de asignación directa en función del números de votos.
Desde niño quise ser periodista. Me encantaba ese aura de malditismo de las películas, estar en todas partes y hacer las preguntas adecuadas, enfrentarse al poder, hablar de tú a tú con los poderosos y dar voz a los débiles. Como a casi todos los aspirantes a periodista, me embargaba ser parte del sonido de las máquinas de escribir y las rotativas, el olor a humo y alcohol, los confidentes y las gargantas profundas, el mirlo blanco de cualquier periodista.
Estas elecciones generales han ocurrido en una circunstancia singular: la celebración de unas elecciones municipales apenas un mes después. Es una oportunidad única para analizar la evolución del voto en este lapso de tiempo.